Cómo almacenar helados: técnicas y recomendaciones

Descubra cómo almacenar correctamente los helados. Técnicas y recomendaciones entre -24 ºC y -16 ºC para mantener un sabor, una textura y una calidad perfectos.

Imagina un caluroso día de verano. Después de una tarde agotadora, decides abrir ese envase de helado que tenías guardado en el congelador. Esperas encontrar una textura cremosa y un sabor intenso, pero en su lugar te encuentras con cristales de hielo y una sensación arenosa en la boca. La experiencia pierde su magia. Este escenario, lamentablemente habitual, se produce por una sencilla razón: el helado no se ha almacenado correctamente.

El helado es uno de los alimentos más sensibles a la temperatura y a la conservación. A diferencia de otros productos, pequeñas variaciones pueden comprometer totalmente su calidad. No basta con mantenerlo congelado, sino que es necesario respetar condiciones muy específicas para preservar la textura, el sabor y la seguridad alimentaria. Aquí es donde entran en juego tanto los cuidados del consumidor en casa como las técnicas profesionales en el comercio minorista.

¿Por qué el helado requiere tanta atención?

El helado está compuesto esencialmente por agua, azúcares, grasas y aire. Esta combinación es delicada porque cualquier oscilación de temperatura provoca alteraciones físicas y químicas. Cuando la temperatura sube ligeramente, parte del agua se descongela. Cuando vuelve a bajar, esa agua se vuelve a congelar, formando cristales más grandes y duros que destruyen la cremosidad. Por eso, un helado mal almacenado pierde su suavidad y sensación de frescura.

Además, el helado es extremadamente susceptible a absorber los olores de otros alimentos congelados. Un envase mal cerrado puede hacer que el helado de vainilla acabe sabiendo a pescado o carne, lo que compromete la experiencia de consumo. Por estas razones, el almacenamiento no debe considerarse un detalle, sino un factor determinante para garantizar que cada cucharada mantenga la promesa de placer que el consumidor espera.

El rango de temperatura ideal

El rango más adecuado para la conservación de helados se sitúa entre -24 ºC y -16 ºC, intervalo en el que el producto mantiene la firmeza necesaria sin perder cremosidad. Por debajo de los -24 ºC, el helado se vuelve demasiado duro, difícil de servir y menos agradable al paladar. Por encima de los -16 ºC, se corre el riesgo de perder estabilidad y permitir la formación de cristales de hielo.

En los equipos domésticos, este rango se puede alcanzar ajustando correctamente el congelador y colocando los helados en la zona más fría, normalmente en la parte inferior. En el comercio minorista, se utilizan arcones profesionales diseñados para garantizar esta estabilidad de forma continua, independientemente de la frecuencia de apertura o de las condiciones externas.

El papel de la cadena de frío

Almacenar correctamente los helados no es una tarea que comience solo cuando llegan al punto de venta. Implica una cadena de frío rigurosa que acompaña al producto desde el momento en que se fabrica hasta el instante en que se consume. Inmediatamente después de su producción, el helado se somete a un proceso de congelación rápida para evitar la formación de grandes cristales de hielo. A continuación, se transporta en vehículos refrigerados, se mantiene en cámaras de congelación y, finalmente, se expone en vitrinas.

Si en cualquiera de estas etapas se produce una ruptura en la cadena de frío, la calidad del producto se ve inmediatamente afectada. Una simple pausa durante el transporte o un fallo de energía en un arcón pueden ser suficientes para comprometer todo un lote. Por eso, la monitorización continua de la temperatura y la fiabilidad de los equipos son factores cruciales para garantizar que el helado llegue al consumidor final con la misma calidad con la que salió de fábrica.

Cómo evitar los problemas más comunes

El primer gran enemigo del helado es la cristalización. Se produce siempre que la temperatura oscila y provoca ese efecto indeseado de textura arenosa. La mejor forma de evitar este problema es garantizar que el helado se mantenga estable dentro del rango de -24 ºC a -16 ºC, sin variaciones constantes. Otro problema frecuente es la pérdida de sabor y aroma, causada por la absorción de olores de otros alimentos. Para evitarlo, es fundamental utilizar recipientes herméticos, tanto en helados artesanales como industriales.

También existe el riesgo de que cambie el color, lo que ocurre cuando el helado se expone a una luz excesiva o al aire durante demasiado tiempo. Para los minoristas, la solución pasa por utilizar vitrinas con iluminación LED adecuada, que resalte los productos sin emitir calor, y por mantener los envases bien sellados. Para el consumidor, la regla es sencilla: abrir, servir y cerrar rápidamente. Cuanto menos tiempo pase el helado fuera del congelador, mejor.

¿Qué debe hacer el consumidor en casa?

A menudo, la responsabilidad por la calidad del helado pasa del minorista al consumidor en el momento de la compra. A partir de ahí, es responsabilidad del cliente garantizar que no se eche a perder lo que se ha producido y almacenado cuidadosamente. Transportar el helado en bolsas isotérmicas, evitar retrasos en el trayecto entre la tienda y casa y meterlo inmediatamente en el congelador son pasos básicos, pero decisivos.

Dentro del congelador, lo ideal es guardar los helados en la parte inferior, donde la temperatura es más estable, y nunca en la puerta, que sufre constantes oscilaciones. A la hora de servir, el truco para no dañar la textura es sencillo: sumergir la cuchara en agua caliente antes de usarla. De este modo, el helado se mantiene intacto y el proceso de servirlo resulta más fácil.

Otra regla esencial es no volver a congelar nunca un helado que se haya derretido por completo. Además de comprometer la textura, esta práctica puede ser peligrosa para la seguridad alimentaria, ya que el producto deja de estar protegido contra el crecimiento de microorganismos.

Entre bastidores del comercio minorista: cómo las tiendas conservan los helados

En el comercio minorista, la conservación de los helados es un reto diario. Los equipos están diseñados para garantizar temperaturas estables, incluso con aperturas frecuentes.

La rotación de existencias es otro aspecto crucial. Aplicar la regla «primero en entrar, primero en salir» garantiza que los helados no superen la fecha de caducidad y que los clientes siempre reciban un producto en buenas condiciones. Para ello, el personal de la tienda necesita formación específica y procedimientos claros, que van desde la organización de los envases hasta la supervisión constante de la temperatura con termómetros digitales o sistemas remotos.

Sostenibilidad

Almacenar correctamente los helados no es solo una cuestión de calidad, sino también de responsabilidad medioambiental. Los equipos de alta eficiencia energética consumen menos energía, reducen los costes y disminuyen la huella de carbono. El uso de gases refrigerantes naturales, como el R290, y de sistemas digitales que optimizan el consumo son prácticas cada vez más habituales en la actualidad.

Además, cuando el helado se almacena correctamente, su vida útil se prolonga y se reduce el desperdicio de alimentos. Esto significa menos pérdidas para los minoristas, mayor rentabilidad para los productores y una contribución directa a la sostenibilidad del sector alimentario.

Almacenar helados es mucho más que meterlos en el congelador. Es un proceso que requiere atención al detalle, desde la producción hasta el consumo. Entre -24 ºC y -16 ºC, los helados mantienen su textura cremosa, su sabor auténtico y su seguridad alimentaria. Cualquier desviación compromete la experiencia, convirtiendo un momento de placer en una decepción.

Para los minoristas, garantizar este cuidado significa fidelizar a los clientes, reducir el desperdicio y aumentar la rentabilidad. Para los consumidores, es la certeza de disfrutar de un helado tal y como lo concibió el fabricante. Y para todos nosotros, también representa una opción más sostenible, que valora los recursos y respeta el planeta.

Marcas como FRICON han invertido continuamente en el desarrollo de equipos de congelación eficientes, fiables y respetuosos con el medio ambiente, capaces de garantizar que la experiencia de saborear un helado siga siendo perfecta desde el primer hasta el último día.

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