El verano es una época de oportunidades para muchos sectores. A medida que suben las temperaturas, aumenta el consumo de productos refrigerados y congelados. Pero para los profesionales del sector minorista y de la distribución alimentaria, es un momento crítico para los equipos de refrigeración, que se ven llevados al límite. Una avería puede poner en peligro la conservación de los productos, aumentar los residuos, comprometer la seguridad alimentaria e incluso reducir las ventas.
Por eso es una buena práctica preparar los equipos de refrigeración antes de que llegue el calor. En este artículo, hemos reunido las mejores recomendaciones para que todo funcione con la máxima eficacia y seguridad en los meses de verano.
1. Mantenimiento preventivo
Antes de los picos de calor, programe el mantenimiento de su equipo de refrigeración. Esto ayuda a prevenir fallas técnicas que ocurren debido al mayor esfuerzo de los compresores y a la mayor carga térmica, garantizando una mayor eficiencia energética y prolongando la vida útil del equipo.
¿Qué se debe hacer durante el mantenimiento?
- Limpieza de condensadores y evaporadores
- Comprobación de los niveles de gas refrigerante (análisis de la presión mediante manómetro)
- Inspección de cables, sensores y termostatos
- Sustitución de juntas desgastadas
- Pruebas generales de funcionamiento del sistema
2. Limpieza de los equipos
Cuando los equipos están limpios, enfrían mejor y, en consecuencia, consumen menos energía. Durante otras estaciones, es habitual que se acumule polvo y suciedad en los componentes, lo que afecta a la eficiencia de la refrigeración. Esta acción ayuda a evitar el sobrecalentamiento y mejora la conservación de los alimentos con el calor.
Zonas prioritarias para la limpieza:
- Rejillas y tomas de aire
- Condensadores y ventiladores
- Sistemas de drenaje
3. Buena ventilación y distribución del espacio circundante
Colocar correctamente los equipos (como se menciona en los manuales de instrucciones) y garantizar una ventilación adecuada son aspectos que a menudo se pasan por alto, pero que resultan cruciales en verano, cuando el calor ambiental puede afectar al rendimiento.
Buenas prácticas:
- Evitar la exposición directa al sol
- Dejar espacio libre alrededor de los equipos
- Ventilar las zonas de almacenamiento y exposición
4. Comprobación de gomas y juntas
Las puertas mal selladas provocan pérdida de frío y obligan al compresor a trabajar más, lo que aumenta el riesgo de averías y elevando los costes energéticos y la probabilidad de que se forme hielo en el interior.
Comprobaciones imprescindibles:
- Gomas secas o deterioradas
- Prueba de presión (o «prueba de la hoja de papel»): coloque una hoja de papel entre la puerta y la unidad y ciérrela. Si la hoja sale fácilmente al tirar de ella, la estanqueidad está comprometida.
- Compruebe que la puerta cierra correctamente
5. Organización interna
Evite sobrecargar el equipo. Demasiados productos pueden impedir la correcta circulación del aire frío, poniendo en peligro un enfriamiento uniforme.
Sugerencias para la organización:
- No supere los límites de carga indicados en el equipo
- Mantenga espacio entre los productos y las paredes internas
- No obstruya las salidas de aire
- Organice por tipo de producto y fecha de caducidad/rotación para reducir el tiempo de apertura de la puerta
- Evite introducir productos que aún estén calientes
- Coloque los productos más antiguos en la parte delantera (sistema FIFO – «First In, First Out»)
6. Control del consumo de energía
En los meses más cálidos, el consumo de energía tiende a aumentar. Controlar este consumo puede ayudar a detectar averías, fugas térmicas o componentes ineficientes.
Buenas prácticas de supervisión:
- Registre el consumo regularmente – Compare los datos semanales o mensuales para identificar desviaciones.
- Utilice el equipo de acuerdo con la clase climática.
- Compruebe la eficiencia de los equipos – Los equipos viejos o mal dimensionados pueden consumir más de lo necesario.
Con la llegada del verano, asegurarse de que los equipos de refrigeración funcionan correctamente ya que no es sólo una cuestión de eficiencia: se ha convertido en una necesidad crítica para proteger los productos, reducir el desperdicio y garantizar la seguridad alimentaria. Seguir estas buenas prácticas es un paso esencial para afrontar con garantías los retos de la estación más calurosa del año.
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